Perros reactivos y/o miedosos: los dos extremos

02.09.2020

La realidad de las personas que conviven y/o trabajan con perros reactivos, suele ser muy complicada. A los miedos que tienen los perros, hay que sumarle las malas caras y el ser juzgado por terceras personas.

Hoy, queremos dar unos pequeños consejos para los dos extremos cuando vamos paseando con nuestros perros: para los que tienen perros reactivos y para los que no los tienen, pero nos cruzamos con uno de ellos.

Empezaremos con los perros reactivos:

Estamos paseando tranquilamente por una zona verde, y cuando giramos una esquina, nos encontramos con que hay un perro suelto corriendo detrás de una pelota. Nuestro perro, reacciona corriendo hacia el otro perro ladrando, como si no hubiera mañana. ¿Os suena?

La reacción normal del dueño del perro, es darle un tirón de la correa mientras lo llama a voces, subiendo el tono por segundos ya que el perro ni vuelve, ni deja de tirar y ladrar. Y cuando consigue que el perro vuelva a su lado, le riñe y se lo lleva de mala gana.

Este tipo de perros no es que sean unos desobedientes, ni unos broncas, ni les encanta hacernos pasar vergüenza; simplemente entran en un pico de estrés y el hecho de estar dándole tirones y llamándole enfadados, hace que no pueda reducir ni gestionar el estrés que produce esa situación y se quedan "en bucle". Así que, ¿qué es lo que debemos hacer?:

  • Tener una buena llamada: esto es imprescindible. Es lo que nos permitirá que el perro pueda salir durante un segundo de su "bucle", segundo que nos puede permitir ayudarlo.
  • Usar una buena correa: las correas extensibles pueden ser muy cómodas, pero si no tenemos control sobre el perro y nos puede salir disparado en cualquier momento, son más adecuadas las correas fijas sujetas a un arnés. El cuello de nuestro perro nos lo agradecerá.
  • Dejarle ladrar: es su forma de descargar. Muchos perros se acercan todo lo que les permite la correa mientras están ladrando y, si ello no conlleva un peligro para el perro ni para terceros, hay que dejarlo hacerlo.
  • Usar un tono alto pero neutral, sin gritar: quizás sea la parte más difícil y una de las más importantes. Tenemos que transmitirle al perro que no pasa nada, que puede ladrar pero no salir como un misil detrás de cada cosa que no le cuadre. Estamos allí con él, siendo su punto de apoyo.
  • Alabar cuando nos mire y premiar cuando venga: esto es muy importante hacerlo en el momento más exacto. ¿Porqué premiar sólo cuando venga y no cuándo nos mira? Por que tiene que entender que el premio se lo damos por acudir a la llamada, no por estar allí ladrando. Si no, vendría a por el premio y volvería a seguir ladrando.
  • Nosotros somos un punto de calma, no de estrés: nuestra única función es la de quedarnos en el sitio sujetando la correa, felicitando y premiando cuando corresponda. Llegará un punto, en el que el perro irá disminuyendo su estrés y puede incluso llegar a sentarse o tumbarse. No le diremos nada y esperaremos. Una vez que de muestras de estar calmado, continuaremos nuestro paseo, dándole premios si es necesario para evitar que vuelva a dispararse.

Con el tiempo, el perro entenderá que es mucho más beneficioso quedarse con nosotros que correr hacia lo que lo estresa, no sólo por los premios, si no por la tranquilidad que le estamos transmitiendo. Pero quizás lo más importante de este apartado, es que si tienes un perro reactivo, trabajes esto y más cosas con un educador canino titulado de tu zona.

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Ahora vayamos al otro extremo, somos el dueño del perro que está suelto y al que le estamos tirando la pelota.

La reacción normal, sería llamar al perro y sujetarlo hasta que el otro perro se halla calmado y/o pasado de largo.

El problema viene, cuando consideramos que como nuestro perro es muy sociable, no tengo porqué atarlo ni dejar de tirarle la pelota. O peor, como ya le han mordido con anterioridad, empiezo a llamarlo con nerviosismo, dando palmadas y haciendo gestos apremiantes.

Cualquiera de las dos últimas descripciones es un quebradero de cabeza para los dueños del perro que está ladrando, porque si el perro se acerca, puede acabar habiendo una pelea, y si el otro dueño empieza a desesperarse y hacer ruidos, se pondrá más nervioso.

Así que, ¿qué debemos hacer?:

  • Tener una buena llamada: así evitaremos cualquier posible conflicto.
  • Ser empático: el perro que está ladrando no lo está pasando bien y su dueño menos aún, así que qué menos que ser un poco empáticos. No nos cuesta nada, como ya hemos dicho, sujetar a nuestro perro hasta que el otro se halla calmado y/o pasado de largo, y después volver a soltarlo para que siga jugando.
  • Ser conscientes de nuestros propios límites y miedos: muchos de ellos se los pasamos a los perros inconscientemente. Si consideras que no vas a poder controlar a tu perro en ciertas situaciones, no lo expongas a ellas. El nerviosismo con el que lo estás llevando y/o manejando, hace que el perro se ponga también nervioso y puede provocar un conflicto entre ambos perros.

Es muy importante recordar que con nuestra voz y nuestra posición corporal, les damos mucha información a los perros y que, junto a sus propios conocimientos adquiridos, al entorno en el que se encuentren y a su propia condición física y mental, pueden influir a que un perro que nunca "había hecho nada" de repente lo haga. Si no tienes el vínculo que te gustaría tener con tu perro o te dan miedo ciertas cosas, te recomendamos que trabajes con un adiestrador canino de tu zona.

Y recordar: "Trust in dogs" (confía en tu perro)

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